Vida de Pueblo

La vida de pueblo es sencilla. Consiste fundamentalmente en saludar a todo el que pase a unos 10 metros a la redonda, ya sea verbalmente, o con una expresión manual si la distancia haría levantar la voz más allá de lo razonable. Incluso los conductores de auto o moto realizan un gesto con la cabeza cuando pasan, pese a su velocidad.

Me sorprende lo no-enajenada que es la gente (en mi concepto de enajenación capitalista-consumopublicitaria). Su sentido de comunidad es siempre lo preponderante, aún no puedo detectar un acto de beneficio personal por sobre otro de ayuda al prójimo. Me siento en el bar a escribir o ver un partido y no me exigen que consuma nada; pregunto si tienen panchos, que son los completos (mi vegetarianismo ha sido puesto en pausa en el viaje por motivos de supervivencia, economía y comodidad), y me dicen que no, pero que si quiero compro uno al lado y lo traigo, que no hay problema; consulto en el locutorio por llamadas a Chile, me informan que no se puede, pero la señora que atiende me ofrece su celular personal y que le pague solo el saldo que se gaste; camino por la calle y sin que haga ademán alguno se detienen autos y motos para ofrecer acercarme a dónde quiera que vaya. También antes y en distintos lugares he sido destinatario de acciones de amabilidad, como todos, pero nunca tantos y tan sistemáticamente seguidos. Me extraña que nadie quiera lucrar conmigo, más aún dada mi manifiesta apariencia de turista.

La “seguridad” es otro no-tema. Voy tranquilo a todos lados a toda hora, dejando mis cosas varias veces desatendidas y da igual. Claro, se podría decir que en Europa o no sé dónde es lo mismo, pero el contexto económico es evidentemente incomparable (análisis simplista, no da para más aquí por el momento). Solo una persona me ha dicho que no sea tan confiado con mis cosas, que si alguien ve algo por ahí tirado en el camping, puede pensar que se quedó olvidado y llevárselo. Y si lo dejo dentro de la carpa, ¿la abren?- le pregunto. Ah no, no son tan osados- es su respuesta.

En síntesis, la competencia y el beneficio personal no son los pilares del microsistema de este pueblo de no-enajenados, por más que el macrosistema intente instarlos a lo contrario.

Finalmente, los cuidadores del camping vinieron, y se dan vueltas de vez en cuando, momento que aprovecho para pedirles que abran el baño. Les pregunté por el valor del camping, ya que insistí en que hay un letrero en la entrada que dice AR$10 por persona (o sea, nada). No me quisieron cobrar.