Si tienes dinero, y no eres feliz, es porque no lo estás gastando adecuadamente.
– Journal of Consumer Psychology
Los días venideros fueron ininteresantes y poco memorables. Brasil es un lugar donde el autosustento callejero no es tan sencillo, no si se quiere evitar mendigar sin ninguna apariencia,by mi mente extrañadora de Ariane -que aún no respondía mis whatsapp- no estaba de humor para nuevas épicas. Pasé un día más en Corumbá solo para comprobar que no había nada, y usé desvergonzadamente mi tarjeta de crédito en un restorán. Comprando se pasan las penas, dicen por ahí. En mi caso, comiendo.
La siguiente ciudad grande era Campo Grande, pero los pasajes en Brasil son carísimos, así que probé con hacer dedo (“pegar carona”, en portugués). Entre caminar para encontrar un buen lugar y tratar fútilmente que me llevaran pasé mas de seis horas. Frustrado y enojado volví a Corumbá, revisitando los varios kilómetros que caminé con todo a cuestas. Por suerte una camioneta me acercó un par, la primera y la única que me llevaría a dedo en Brasil. Ya eran como las 17:00 cuando volví, y enfilé directo a la terminal. A Campo Grande costaba demasiado. Además, se alejaba de Bonito, un lugar que me recomendaron mucho. En fin, compré pasajes a Miranda, la ciudad más cercana, y trataría de hacer dedo desde ahí, a ver si tenía mejor suerte.
En el entretiempo de Chile – México salía el bus, y llegué a las 3 de la mañana a Miranda. Armé mi carpa en una plaza e hice noche, no sin antes mandarle un mail de discutible dignidad a Ariane, que ya no contestó más, asumiendo una despedida que necesitaba para olvidarme del asunto y estar en paz. Al día siguiente unos brasileños me invitaron a almorzar con ellos, y luego traté cuatro horas haciendo dedo. Nada. Finalmente, una de las tantas personas que les pregunté si iban a Bonito me llevó…. pero cobrándome, porque trabajaba de eso. A esa altura no me importaba, solo quería meter kilómetros, a ver si encontraba algo que me subiera la moral.
Bonito no ayudó. Todos los lugares había que visitarlos con tours, y era bastante caro. Estuve una noche no más, no había semáforos, no había gente en los restoranes, y tampoco estaba de humor para tocar. En fin, no podía sustentarme y tampoco había ahorrado en otro lugar, me tenía que ir. No solo de ahí, sino que de Brasil, pues sentí que no estaba listo aún para viajar por ahí. Me faltaba dominar más el malabar, y agregar algo de artesanía, la música tendría que esperar a que mejorara bastante mi portugués. Además, si me metía ya al norte de Brasil ya no conocería Paraguay, y no quiero dejarlo sin visitar, así que para allá partiría. Fui a la terminal y compré pasajes para Bela Vista, frontera con el pueblo homónimo del lado paraguayo. Vamos a ver qué pasa.