Ya que Chaogracias está más de un mes desfasado con la realidad, he decidido hacer un avance rápido en los acontecimientos para acercarme lo más posible a la fecha actual, sacrificando un poco, no sin dolor, el detalle y la narrativa.
Llegué a Bela Vista (lado brasileño) de media tarde, y crucé de inmediato a Bella Vista (lado Paraguayo). Me sorprendió un poco lo militarizado de la frontera en el lado de Brasil (luego me enteré que es por las drogas) y lo relajado de la inmigración paraguaya. Nadie me detuvo cuando entré, de hecho fui yo voluntariamente a la oficina para regularizar mi entrada en el país, de lo contrario nadie me decía nada.
A las 4 am salía el bus a Pedro Juan Caballero, una ciudad ya propiamente tal donde podría trabajar, pues Bella Vista es apenas un pequeño pueblo. Me instalé en un alojamiento baratísimo, que aún así tenía cama grande y baño privado (viva Paraguay), y fui a trabajar al semáforo. La ciudad limita con Ponta Porá, del lado brasileño, o más bien dicho son una misma ciudad, cruzas una avenida y estás en Brasil. Conviene más trabajar de ese lado, pues los autos pagan en reales, una moneda más valiosa que el guaraní, y que rinde mucho al cambiarla. Cuatro noches estuve en Pedro Juan, donde conocí algunos malabaristas excepcionales, compré un sombrero buenísimo para trabajar (ya que no sé hacer muchos trucos, una rutina malabarística que incluye el sombrero como elemento original me salva bastante, y sirve para pedir la plata en los restoranes también), almorcé siempre gratis en un buffet brasileño que me apadrinó, pasé mi cumpleaños viendo el partido de Chile en un local que pagué con tarjeta de crédito y fumé cantidades considerables de marihuana.
Luego partí en un bus a Asunción, que debe ser la capital más fea que he visitado. Una sola noche estuve en esa deprimente ciudad: justo la de la final de la Copa América. Era el único chileno del local, junto con algunos paraguayos (que simpatizaban con Chile, pues tienen rivalidad con Argentina), y unos cuantos argentinos. Todos me felicitaron por la victoria, anunciada en mis gritos eufóricos, y la casa me regaló una cerveza Corona grande por la ocasión.
El siguiente destino fue Coronel Oviedo, ciudad donde estuve seis noches. Días tranquilos, apacibles, de trabajar lo justo y compartir y descansar el resto. Varios otros malabaristas y artesanos conocí ahí, con los que pasé el tiempo. Ganas tenía de asentarme un poco en ub lugar, luego de haber pasado un tiempo bastante nómade. Ahí también decidí que incursionaría en Couchsurfing, la red social que junta viajeros y amables anfitriones, debido a que uno de los malabaristas me relató su buena experiencia. Busqué a quienes ofrecían un lugar en Villarrica, mi siguiente parada, envié solicitudes a todos, y uno me contestó aceptando alojarme. Una perspectiva de viaje nueva e interesante, así que tomé el bus que me llevara los apenas 40 km que separan Coronel Oviedo de Villarrica.
Llegué a casa de Leandro para la tarde. Un hombre de 35 años, médico de profesión, por casarse con su novia de 23. Agradable y hospitalario como él solo, terminé quedándome como tres semanas en su casa, con una ida y vuelta a otra localidad entre medio. Disfruté de una estabilidad que necesitaba un poco, entre tanto nomadismo desenfrenado del último tiempo. Además, la situación era re cómoda: preparaba comida casera, tomaba desayuno de café real, descansaba un montón, tomábamos cervezas seguido, fumábamos marihuana casi siempre (hasta que un día hice un pan con el que se voló tanto que la dejó un tiempo), y hacía mi plata por las noches en el semáforo. Además conocí a otros malabaristas, por lo que gente con la que compartir tenía. La verdad estaba de lujo.
En Villarrica también tuve una idea que cambiaría la dinámica del viaje: comprarme una bici. Salí de Chile con plata calculada para vivir más o menos un año sin hacer nada, pero como al poco tiempo empecé a generar, quedaron esos ahorros ahí, que solo muy de vez en cuando toco, y como no pienso morirme con ceros en el banco, estaba todo dado para la bici. Conocí un tipo re buena onda en un taller, compré la bici (primera vez en mi vida que poseo una bici cara) y las parrillas, y comencé a viajar así. Primero una parada de prueba, solo hasta Colonia Independencia, a 28 km, un paseo. Además, una señora alemana aceptó mi solicitud de couchsurfing (en adelante, CS), por lo que ni alojamiento tendría que pagar. El viaje anduvo bien, era corta la distancia en realidad, en menos de dos horas llegué. Estuve un par de días, fui a conocer un poco los saltos de agua de los alrededores, y volví a Villarrica, con la intención de seguir camino al sur el mismo día, hacia Encarnación. No contaba con un enemigo desconocido hasta entonces: el viento. Impresionante como frena, estorba y molesta, ¡tenía que pedalear hasta en las bajadas!. Una subida se ve, se anticipa, se pone un cambio liviano y listo, se pasa, pero el viento es impredecible. No lo ves venir, varía su intensidad, a veces ataca por los flancos, te desestabiliza, te ralentiza, y no sabes cuándo acabará. En fin, te caga la vida y la mente; ya aprenderé a lidiar con él.
El asunto es que demoré mucho en la vuelta a Villarrica, y llegué totalmente exhausto, así que de vuelta a la casa de Leandro, donde estuve un par de días más. Me sirvió para reponerme y planear el siguiente viaje a Encarnación, ciudad limítrofe con Argentina, a unos 250 km de Villarrica. Calculé tres días para llegar. Encontré unas alforjas buenas y baratísimas (aguante Paraguay), y partí una mañana, a por mi primer cicletada de varios días.
El viaje en bici es una experiencia muy distinta. Ya no más subirse a un bus, cerrar los ojos y aparecer en otro lugar como por arte de magia, ahora cada kilómetro era producto de mi esfuerzo, e iba sintiendo cada lugar, cada paisaje en los diferentes momentos del día, mucho más amplios que un simple mañana/tarde/noche. Aprendí a ahorrar fuerzas en las bajadas, a tener paciencia en las subidas, y a ignorar el viento como el gaucho al tábano, pasando cambios según lo pidiera la comodidad.
Al caer la primera noche, sintiéndome bastante bien luego de 90 kilómetros de ruta y camino de tierra, pregunto en una casa si puedo tirar la carpa en su patio. Respuesta positiva, con cena y desayuno incluidos, de parte de la famosa hospitalidad paraguaya. Segunda noche, esta vez luego de 70 km de pedaleo y 20 de aventón de una camioneta por un desperfecto técnico en la bici, pido asilo en una iglesia, la que por supuesto acepta. Menos mal que siempre he sido un hombre respetuoso de la fe ajena sin contar que me cago en dios y en la virgen varias veces el día, y que a la mañana siguiente me dediqué a drogarme mientras se celebraba el culto dominical. Coincidió esa noche con la celebración del día del amigo, y en un pequeño local pude vender ocho pulseritas y me pagaron por tocar algo de “música”. No pensaba que iba hasta a hacer plata en ese pueblito. Tercera noche, llegué a Encarnación. La chica de CS que había aceptado mi solicitud de alojamiento llegaba al día siguiente, por lo que me pagué un hosta para esa noche.
Al día siguiente temprano fui al semáforo, pero en poco más de media hora vino la policía a correrme. Ooops, no se puede trabajar aquí, y yo planeaba reponerme económicamente en esta ciudad, necesitaría un plan b. Así que dos noches no más me quede con Camila, la chica de CS, re simpática y amable pero no fumaba, y yo que tenía un montón de los 15 gramos que compré por $20.000 guaraníes (CLP$2.500) en Villarrica, y luego crucé a Posadas, Argentina, ciudad limítrofe solo separada por el inmenso río Paraná. Como no me atrevía a cruzar la frontera con la marihuana, y Camila, pese a mis indirectas, no me ofreció dejarla en su casa, la dejé con su vecina Tamy, una drogadicta de las mías aunque igual escondí un pito XL en el manillar de la bici, que no me cacharon, je. El plan es hacer plata en Posadas y luego volver a Encarnación y continuar mi viaje en bici hacia Ciudad del Este, triple frontera de Paraguay, Brasil y Argentina, y lugar donde se encuentran las cataratas del Iguazú.
Sigo aquí en Posadas, y Chaogracias ahora está a solo dos semanas de la realidad actual. Espero ponerlo al día en el próximo post.