Y ahora sueño que voy caminando por todas las cosas que faltan vivir y sentir…
En el Limbo – La Vela Puerca
Se supone que estaba prohibido cruzar en bici el puente que separa Encarnación de Posadas, pero nadie me dijo nada. Siguiendo con esto del CS, una chica de Posadas me recibiría, pero en realidad estaba en Garupá, a 12 km de la ciudad. Todo bien con ella, aunque no era muy mi estilo puse todo de mi parte para llevarnos bien y aprovecharme un poco de eso como el cara de raja que soy, pero la bipolaridad de la madre y la intensa charlatanería de los otros ocupantes me hizo irme al tercer día a buscar un lugar en Posadas mismo.
Como siempre, hablando con los artesanos que encontré en la plaza principal me enteré de un lugar barato, más o menos céntrico. Me instalé y conocí un poco a los vecinos hospedados: un niño de 15 años que dejó la escuela, se drogaba todo el día, vivía del malabar y daba una clara impresión de tener el cerebro frito; y una pareja de adolescentes conformado por un punky anarquista y una chica simpática viajera. Compartí con ellos, pero no pegué mucha onda con ninguno en realidad.
Aquí comencé a experimentar más consistentemente una sensación que había venido incubándose hace varios días: la soledad, el vacío, el mismo que quizá fue uno de los impulsores de este viaje. Me sentía solo, me hacía falta la cercanía de un amigo, de alguien con quien pudiera conectar y percibir ciertas cosas de similar manera, como la gente que conocí en Purmamarca. Hablo de vez en cuando con ellos, con Feña, Perla, Leto, Maira, y sobre todo Cacho y Gemma, y no he vuelto a conocer personas así, salvo Leandro, pero hasta cierto punto. No obstante, la idea de volver no me agrada para nada, no es una visualización positiva si se observa de manera holística.
Tuve buenos tiempos de mejoría, me hospedé luego en la casa de un tipo que repara bicis, buena onda y más volao que la chucha, pero la desconfianza de las condiciones en que me hospedaba me llevaron a irme también, y conocí por tinder a una chica con la que compartimos un par de veces, pero luego volvía la sensación de soledad, ya que ninguna de esas personas ha llegado para quedarse de forma significativa, ni de ninguna forma en realidad. Relaciones pasajeras y/o superficiales, nada más profundo que eso, no una amistad a quien confiarle prismas de vida real.
Igual hice algunas cosas interesantes en las casi dos semanas que estuve entre Garupá y Posadas: asistí a un par de clases de canto gratuitas, y luego pagué una privada con el mismo profe; tuve una historia medio sombría con la chica que me alojó en Garupá (le gusté, yo seguí la corriente hijodeputamente, pero resultaba que, emmm, nunca había conocido varón, debido a extraños traumas edipísticos y canutos, pero no llegué a ser tan mala gente como para estrenarla mediante engaño aunque ganas no me faltaban); recuperé la confianza en mi música e hice bastante plata en las micros, aunque pude haber ahorrado el cuádruple si no fuera tan vago respetuoso del trabajo; y llegué a tomar una clase de tango. En síntesis, estuvo productivo, creo que de haber conectado más con alguna persona me hubiese quedado un buen tiempo, agradable ciudad y gente, llamativas actividades.
Pero bueno, como no encontré a tal persona, y al parecer estoy buscándola, me fui no más, continué mi camino y volví a Encarnación, para luego seguir a Ciudad del Este, lo que espero completar en tres días, son unos 250 km.
Ah, y sobre Ariane, antes que se me olvide contarlo, la cosa se fue diluyendo poco a poco, como podrá imaginar el lector. Me contestó finalmente los whatsapp, diciendo que estaba ahí y todo seguía vivo y que se sentía igual que yo, lo que me despertaba una ilusión tremenda, pero luego volvía a desaparecer, y repetía el proceso. En fin, me dio la impresión de estar medio loca y de locura en mi vida ya tengo suficiente, y todo fue apagándose y al día de hoy ya no hablamos nada, hasta borré su número. Lamentable el mal tiempo que pasé no más: llegué a ignorarle una brillante sonrisa a una bonita brasileña en Pedro Juan Caballero (¿cuándo me irá a volver a pasar algo así?) , e incluso a llamar “Ari” a una paraguaya en Asunción (luego de lo cual se fue todo al carajo, pese a que ella no lo notó, por suerte). Pero bueno, lecciones que deja el camino, más vale tenerlas o eso me digo por salud mental.