La Ciudad de los Cuatro Nombres

-Cuídate de la mujer chilena, del amigo peruano, y de la justicia boliviana.

Apotegma anónimo. Transmitido a mí por un viejo boliviano.

Sucre se conoce por cuatro nombres distintos: Charcas, La Plata, Chuquisaca, y Sucre, por las cambiantes denominaciones que ha tenido a lo largo de la historia, en manos del pueblo Charca, del Virreinato de Perú, del Virreinato del Río de la Plata, y finalmente el dado en honor al prócer de la independencia José Antonio de Sucre. También es conocida por su sobrenombre, la Ciudad Blanca, debido a que todas las construcciones del gran casco histórico y sus alrededores están pintadas de este prístino incolor, dándole un toque importante de belleza y misticismo.

Es realmente una ciudad bonita arquitectónicamente, con florituras en sus terminaciones y balcones en prácticamente todas sus construcciones más céntricas. El único problema son sus veredas, muy estrechas para su tráfico peatonal, y que a ratos se angostan hasta la vergüenza o descaradamente desaparecen, dejando al transeúnte en una situación vulnerable de atropello inminente. Tiene la curiosidad de ser la capital constitucional de Bolivia pese a que la capital gubernamental está en La Paz. En la práctica, esto significa que solo el poder Judicial tiene sede aún en Sucre, estando el Legislativo y Ejecutivo en La Paz. Además, es el lugar donde se originó el primer levantamiento popular de sudamérica contra la conquista española, el 25 de mayo de 1809, conocido como el Primer Grito Libertario de América.

Disfrutando de esta libertad estaba yo un día, volviendo de trabajar a la hora de almuerzo, con el día hecho en el bolsillo y el ukelele colgando de frente y listo para sonar como lo suelo llevar ahora en horas laborales, de pronto me detiene una persona desde un destartalado auto gris. -Tú, ¿eres boliviano? -No -Tu documento. Veo que dos de los ocupantes del auto están vestidos de policías, y un tercero de civil. Siempre sonriente, entrego mi pasaporte. -¿Estás trabajando?, me pregunta, señalando mi colgante instrumento. -No -¿Y qué haces con eso? -Toco y a veces la gente me da algo porque quiere darme. -No puedes hacer eso, es ilegal, te vienes ahora a la oficina de migración. Y comenzó a redactar un papelito prellenado que contenía el título “CITACIÓN”, preguntándome mis datos y mi dirección (Que terminó anotada como “casa de Mario”). -Ve ahora mismo a la oficina, o te vamos a buscar mañana a tu alojamiento.

Fui al camping, conversé un poco con la gente de ahí y mis amigos (a todo esto, habían llegado ya Cacho, Moño, Leto y Maira desde Potosí), y luego de un rato decidí concurrir a la oficina de migraciones. Pasada una corta espera me atendió una mujer, abogada, que me explicó que no podía realizar actividad remunerada con la visa de turista, que era la que tenía. Sostuvimos una discusión jurídica al respecto, argumentando principalmente que mi actividad no era remunerada, pues solo recibía donaciones y dudaba mucho que la ley me prohibiera recibir donaciones. Finalmente pedí ver la ley en cuestión, y que se me exhibiera la disposición que supuestamente estaba infringiendo. Y efectivamente, prohibe para los turistas cualquier actividad remunerada o lucrativa, y es ésta última palabra la que ciertamente incluye lo que yo hago.

Aceptando mi derrota, pregunté por los trámites para obtener la visa de trabajo transitorio. Una foto, una declaración jurada y un pago de Bs$212 me habilitaban para trabajar por treinta días. No era muy exigente, por lo que accedí gustoso. -Ahora, la pregunta del millón, ¿cómo hago para juntar los Bs$212 si no puedo trabajar?, interrogué. La abogada bajó la voz y se acercó un poco -Te voy a dar hasta el martes. -¿Y si me ven trabajando en algún semáforo? -Hacemos así, dijo, tapándose los ojos con una mano. Pura buena onda en migraciones también. Firmé el papel de que me comprometía a regularizar mi estatus migratorio en 48 horas hábiles (era viernes), y me fui con mi copia, por si acaso. Al volver al camping me enteré que migraciones había pasado por ahí “buscando al chileno”, mientras yo estaba en su mismísima oficina. No son muy brillantes.

Para el sábado ya tenía el dinero, pues venía ahorrando de antes, y el martes en la mañana hice los papeles. Celebré subiéndome a una micro justo enfrente de la oficina de migraciones.

Pese a que ya contaba con permiso y todo para trabajar a toda hora y despreocupadamente, la partida se venía inminente, pues la rutina ya se había apoderado de mis días. Una rutina bastante interesante después de todo: trabajar un rato en la mañana y en la noche para hacer el día y el ahorro, y si para la noche salía algún panorama adicional (o sea siempre), como ir al pool, preparar unas pizzas a la parrilla, o más frecuentemente tomar unos vinos, una promo de fernet o de whiscola, simplemente calculábamos cuántos éramos los alcohólicos interesados y salíamos cada uno a un semáforo por el tiempo que fuera necesario, nunca más de quince minutos. Es un sistema espectacular, creo que si algún día vuelvo a Santiago no abandonaré esta eficiente forma de juntar plata para una buena noche.

Así, una mañana simplemente me dieron ganas y decidí partir. Me despedí emotivamente de mis amigos, vaticiné que nos veríamos en Ecuador, armé las cosas y fui camino a la terminal, pensando dónde podría ir. Me decidí por el oriente de Bolivia, y así después hago una vuelta por el sur para luego volver al occidente y al centro y el norte y no sé qué. No importa, me voy a Samaipata y listo, tengo ganas de estar en un pueblo ya, la ciudad me satura. Además, la selva boliviana es un destino que se oye bastante bien, suena a calor, verde y estrellas.

Superviviendo

-¿Vas a salir a robar?

Un hippie a otro a punto de irse a trabajar, haciendo alusión a la pobre calidad de su espectáculo o trabajo.

Las maneras de hacer plata viajando de las que he sido testigo, presencial o de oídas, son de lo más variado, creativo e inverosímil. Estos hippies son capaces de cualquier cosa para robar obtener dinero de los pobres transeúntes, pasajeros, o conductores. Aquí detallo las que me acuerdo, con todos sus exuberantes matices:

  1. Música: Una de las actividades más conocidas. El instrumento más frecuente por lejos es la guitarra, pero también se ven otros de cuerda como charango o ukelele, de viento como la quena, flauta o incluso didgeridoo, y algunos tambores, como el djembé. Incluso he presenciado simplemente un parlante y un micrófono, y el artista en cuestión solo canta sobre una base. Es un trabajo que da bastante versatilidad, pues en ciudades rinde tanto en micros, restaurantes, como lugares públicos estratégicos (Ej. la salida de un supermercado), y en pueblos siempre quedan los restoranes. Paga muy bien, y con un rato al día ya es suficiente, aunque si se está en un pueblo chico o con muchos músicos puede que haya que trabajar en turno de almuerzo y cena para cubrir el día y tener para tomar algo.
    Pros: Versátil, paga en ciudades y pueblos.
    Contras: Requiere cargar y cuidar el instrumento.
    Tips: Restoranes en viernes y sábado por la noche, los borrachos son buenos pagadores. Si el talento no acompaña, un elocuente discurso sí.
  2. Malabares/Clown: La amplia categoría de los artistas del semáforo, y quizá donde se ven las cosas más inusuales. Lo común es que el artista tenga su set de pelotitas, clavas o similares y ejecute sus malabares en alguna luz roja que tenga autos constantemente en cierto rango horario. Paga bastante bien, y la ganancia se incrementa según la habilidad del malabarista y dificultad aparente de su ejercicio, especialmente si utiliza fuego. El malabar con fuego en un buen semáforo es probablemente una de las mejores sino la actividad mejor pagada del hippie piojento viajero.
    En esta categoría entran también los clown, es decir, quienes solo hacen payasadas en el semáforo, sin demostrar destreza específica alguna, pero una gran personalidad. Destaco aquí a los malabaristas de objetos invisibles, que son aquellos que fingen hacer malabares sin tener realmente nada entre manos. También al tipo con dos grandes muñecos de trapo en la espalda, que cuando da la luz roja apoya las manos en el piso y ejecuta movimientos con ellas y sus pies, simulando los pies de los muñecos de trapo como si estuvieran bailando. Y por supuesto, al hombre que sale al semáforo con una bata y un gorro de ducha, y simplemente simula estar duchándose, jabonándose, que se le caen las cosas y se resbala, y luego pide dinero por eso. Y le dan.
    Pros: Fácil de aprender y conseguir los materiales. Incluso puede no requerirse habilidad alguna.
    Contras: No sirve si no hay semáforos (pueblos).
    Tips: Recorrer la ciudad lo suficiente hasta encontrar el mejor o un buen semáforo (dos o tres carriles y unos 30 segundos para hacer show). La hora punta de la tarde suele ser mejor que la de la mañana.
  3. Artesanía: Por lejos la ocupación más recurrente entre los vagos evasores ilegales viajeros. Generalmente con macramé, desde lo más básico (punto colombiano) hasta las más intrincadas figuras, según la experiencia del artesano. También hay quienes trabajan alambre, serigrafía, pintura, piedra, metal y una gran variedad de cosas. Los métodos principales son dos: si se trabajan aros, collares o adornos varios, se tiene un paño que se pone en el piso en algún lugar público que sea concurrido, y donde no te expulse la policía. Si se confeccionan solo pulseras, una estructura circular donde amarrarlas (manguero) y vender de manera ambulante es la mejor opción.
    Aquí la ganancia varía mucho, dependiendo sobre todo de la complejidad y estética de la artesanía y del carisma del artesano. Están aquellos que venden mayoritariamente punto colombiano a bajo precio, y los que se dedican a hacer verdaderas obras del arte manual que se cotizan alto, pero venden menos.
    Pros: Lo más versátil, paga en ciudades, pueblos, o incluso lugares turísticos no poblados como parques nacionales o playas, mientras haya los suficientes turistas.
    Contras: Generalmente se debe trabajar bastante vendiendo (más que con el malabar y la música), ya sea por cantidad o calidad para hacer un buen día, y puede no pagar mucho.
    Tips: Desarrollar mucho el chamullo de lo que significan los colores de las pulseras o cualquier cosa, con tal de vender un concepto más que una pulsera o manualidad.
  4. Comida: Una forma no tan popular de ganarse la vida entre viajeros, pero que todavía persiste. Consiste en cocinar algo apetecible y rápido, y salir a comercializarlo en algún punto neurálgico fijo, o de manera ambulante. Lo más común son empanadas, alfajores, y panes hechos con masa saborizada con algo (ajo, perejil, aceitunas, cebolla, plátano, etc.). Tiene la ventaja de que se puede hacer en cualquier parte, pues la gente nunca dejará de comer, pero requiere mucha dedicación, y a veces el margen puede ser poco, y la competencia local, mucha.
    Pros: Puede resultar en cualquier parte, ciudad, pueblo o lugar turístico.
    Contras: Requiere un alto nivel de trabajo, y puede necesitar una cocina u horno disponibles.
    Tips: El horario de venta es crucial, siendo la hora de la merienda probablemente la mejor.
  5. Otros: La creatividad hippie humana no tiene límites, y como dicen por ahí, el hambre es muy astuta. Recogemos dos casos:
    Un tipo al que le robaron la guitarra y no tenía nada fue a una iglesia, consiguió algo de ropa “formal”, consistentes en un saco, un pantalón de vestir, una corbate, un sombrero de copa, un bastón, y tres pelotitas de no sé qué. Se instala en la plaza principal, pone tres latas vacías en fila, y una línea en el piso a cierta distancia. A la gente que pasa les chamulla habla mientras gira el bastón con los dedos, y les convence de que por $5 tienen tres tiros para tirar las latas, y si lo logran se llevan… ¡una pulsera! (de punto colombiano, además). Nadie hasta ahora ha logrado tirarlas, y al hombre le va muy bien con su idea.
    Un hombre con una apariencia desastrosa va por la plaza con trazos de hilo encerado para pulseras, pero sin hacer. Se acerca a la gente y le habla de la “pulsera de los deseos”, mientras hace tres nudos en dos hilos paralelos, frente a la persona, explicándole que cada nudo representa un deseo. Le insta a pedir los deseos en su mente, y una vez hecho esto, le ata la pulsera con los tres nudos a la mano, se la amarra, le quema el borde del amarre (para darle más esoterismo), y le comunica que cuando la pulsera se suelte, sus deseos se cumplirán. -¿Cuánto es?, le preguntan. -Cuarenta, responde él. -¿Cuarenta? ¡Es mucho! -Bueno, te lo puedo dejar a treinta. Y le pagan.
    Pros: La originalidad y lo inusual paga muy bien, y solo queda lincharlos aplaudirlos.
    Contras: ???
    Tips: Ellos deberían dar los tips.

Espero con el tiempo manejar más de estas, pero por ahora el uke y las tres pelotitas pagan bastante bien. Pronto incorporaré el manguero, y con eso no quedará lugar que se me resista para súper vivir.

Pd: actualicé el diccionario de modismos argentinos, con más de veinte expresiones nuevas.

Sucre

– Lo que haya se comparte. Si hay poco, se comparte poco. Si hay abundante, se comparte abundante.

Dueña de un restorán, luego de invitarme el almuerzo completo.

Llegamos a Sucre como a las 6 de la mañana. Caminamos unas veinte cuadras hasta el centro, y preguntamos en varios hostales hasta al fin dar con uno que tenía cocina, la pieza matrimonial a $60 y la personal a $40. Feña y Perla sugirieron una triple por $90, pero me negué elegantemente, pues ya no quería aguantar llantos de bebé ni pañales sucios. De todas formas había que esperar hasta las 10:30 para entrar a los cuartos, y aún faltaba mucho. Habíamos escuchado variadas veces que en Sucre la música y los malabares pagan mucho, por lo que me moría de ganas de salir a trabajar. Creo que eso nunca me había pasado.

Siento un poder enorme ahora con el ukelele. Mientras lo tenga en mi espalda ando muy tranquilo, pueden robarme la mochila, la carpa, el saco, lo que quieran, pero mientras tenga el uke y mucha plata en el banco voy a vivir bien en todos lados, es cosa de trabajarlo en restoranes y plazas y listo, por lo menos aquí en Bolivia.

Hicimos hora hasta que pudimos pasar a las piezas. El hostal es nada que ver a los lugares donde nos veníamos quedando. Los espacios comunes consisten en una ridícula mesa situada desvergonzadamente en medio de un pasillo, con dos sillas, y un cuadrado frente a la recepción con sillones tipo peras acolchadas en el suelo, frente a una tele enorme. Las habitaciones nada mal, pero el esparcimiento es una necesidad imperativa.

Dejé las cosas y partí con el uke a algún lado, quería ver como andaba la cosa. Comencé en una plaza, pero no andaba nadie, así que luego de tocar seis temas y recolectar $1.50, decidí probar con restoranes, pues había llegado ya el mediodía. Pregunté y me recomendaron el mercado, un lugar parecido al mercado central en Santiago, pero más boliviano. Toqué en un par de comedores del mercado e hice como $20, pero a la salida tuve que pagar el impuesto moral de darle limosna a las cholitas colocadas estratégicamente en las escaleras de salida, con una mirada que ya quisiera la Lunita al momento de pedir comida en la mesa. Probé en un par de restoranes pero había poca gente, en un rato junté apenas $40, con lo que cubría el hostal. Ahora me enfrentaba a una disyuntiva, tenía hambre, pero no quería pagar, por lo que solo había una respuesta lógica: pedir sobras.

Aquí es donde empiezo a sorprenderme de la hospitalidad de los bolivianos. Al primer lugar donde fui a pedir sobras con el ukelele en mano para que se note que soy un pobre músico callejero me invitaron a sentarme y me sirvieron almuerzo completo, con sopa y segundo, algo que se repetiría múltiples veces en los días venideros. A veces tenía que preguntar en más de un lugar hasta que me invitaban, otras me daban para que me llevara, y a veces tocaba y sin que yo dijera nada me invitaban, ya sea los dueños o simplemente alguien que estaba comiendo ahí. Si pagaba por comida, era porque quería. Y pocas veces quería. Soy una rata inmunda.

Dos días estuvimos en ese hostal, yo viviendo del uke y el Feña de los malabares, que le pagaban muy bien, en una hora y poco podía facturar más de $100, pero estábamos hartos del poco espacio y de lo caro, además que habíamos escuchado de un hostal con camping en alguna parte. En una breve excursión lo encontré. Se trataba de la casa de un hombre, Mario, que había construido algunas piezas con colchones en el piso, que arrendaba como hostal por $25, o dejaba poner carpas en su patio por $18. Ese mismo día nos mudamos.

Conocí varios viajeros que hacen música, y todos atestiguaban que las micros son lo que más paga, un tema y a cobrar. El problema era que me dificulta tocar en la micro y sujetar el ukelele, tendría que ponerle una correa, por lo que fui una mañana al mercado campesino, una zona de comercio a bajos precios,aunque para ser justos, toda la ciudad parece en algún punto nada más que un enorme mercado, existiendo el mercado central, mercado campesino, mercado negro (que se llama así pero es uno establecido y legal), mercado nosequé, etc.

$25 me cobró un lutier por la correa y sus ganchitos metálicos, pero su otra oferta me llamó mucho más la atención: $100 por barnizarlo completo, dos capas. Me imaginé el uke todo brillante y protegido contra los elementos, y acepté. Juntaría el dinero ahora que podía tocar en las micros con la correa y lo traería al día siguiente a barnizar. Me fui directo a mirar si podía tocar en alguna micro, y a la primera que vi una con público suficiente me subí. Los buses urbanos aquí son pequeños, poco más grandes que un furgón escolar quizá, por lo que la acústica es bastante buena. Además, al no ser una ciudad enorme, los recorridos son cortos, así que una canción basta. Interpreté “Tú cárcel” de los enanitos verdes (los bolivianos son bien melosos para sus cosas, y temas así son los que gozan de la mayor popularidad), dije un corto discurso, y a cobrar, así de expedito y eficiente. Esto lo multipliqué unas siete veces, y en un rato ya tenía como $60. Esto paga más que restoranes medio vacíos.

Repetí la operación en la tarde hasta que junté los $100 para barnizar y un poco más. La plata sale demasiado fácil, el pasatiempo número uno de los bolivianos es regalar cosas, su plata incluida, e incluso se lo inculcan a las nuevas generaciones. Si al subirme al bus hay niños pequeños con sus padres, de inmediato sé que me va a ir bien, pues los papás siempre les pasan a los niños las monedas para que se las den al artista (o a mí), sin importar la calidad del espectáculo.

A la mañana siguiente fui donde el lutier a barnizar el uke. Le sacó las cuerdas y el puente y me dijo que tomaría unas cinco horas en barnizar, secar, segunda mano y secado definitivo. No podría trabajar, y me dediqué a dar vueltas, almorzar y recorrer. A mi regreso me dijo que estaba listo, y lo sacó de arriba de su techo, donde lo tenía secando, y le puso de nuevo las cuerdas. Lamentablemente no estaba del todo seco el barniz, y el puente terminó corriendo el barniz y manchando el instrumento, de lo que me di cuenta solo al llegar a la casa, y encontrar el uke pegado con barniz a su estuche. Tendré que procurar yo mismo que quede más prolijo, al menos brilla, se ve bien (salvo las manchas) y está protegido.

Los días posteriores transcurrieron en esta nueva etapa de holgura material sustentable. Trabajando un máximo de dos horas diarias alcanza para todo: comer fuera, comprar alcohol, lavandería, todo, a cuerpo de rey. Así que para variar un poco decidí incorporar los malabares como actividad lucrativa, en horario vespertino. Tomé las tres pelotitas y me di cuenta de que había olvidado completamente lo aprendido en Purmamarca, se me caían todo el tiempo, por lo que tendría que meterle horas de práctica. Y no hay mejor lugar para practicar que el semáforo, total la generosidad boliviana te da plata por cualquier cosa.

Así, tocando en las “mañanas” y malabareando en las noches (lo que efectivamente pagaba, no obstante el paupérrimo desempeño) pasan los días en Sucre. Incluso estoy ahorrando, puedo estar aquí hasta que me aburra. O hasta que me agarre trabajando la policía migratoria.

Argentinidad Septentrional

-Con razón son infelices los chilenos, no tienen milanesas ni fernet.

Feña, aprobado por todos.

Antes que me aleje demasiado, cabe hablar un poco de lo visto en Argentina, sobre todo en el norte. No soy muy bueno observando ni describiendo, escribiendo, relatando, etc., pero vamos a intentarlo.

Las personas del norte argentino no tienen absolutamente nada, pero nada que ver con lo que uno, o al menos yo, se imagina cuando habla de un argentino genérico: rasgos bastante italianos, blancos, altos, gran cantidad de personas con pelo y/u ojos claros, actitud avasalladora y voz fuerte. Los norteños bien podrían pasar por chilenos promedio, y más al norte por peruanos y bolivianos. Personas de tez muy morena, bajos, pelo y ojos negros, tímidos y de pocas palabras. Esto empieza a notarse ya en la provincia de Tucumán, y se va acentuando en Salta y llega a su clímax en Jujuy, región más septentrional del país. También va cambiando la actitud y predisposición de la gente. En Jujuy ya la gente es muy cerrada y poco dadivosa, al contrario de lo que fue todo el resto del viaje en Argentina. Al parecer han vivido prometiéndoles muchas cosas y luego solo resultó que los utilizaban para campaña, votos y otros intereses, encontrándose bastante tirado el norte en relación al resto del país, lo que podría explicar lo huraña de la manera nortina.

En cuanto a las costumbres, resalto en toda Argentina el gusto por la milanesa, que consiste en carne de churrasco bien golpeada y luego pasada por pan rallado con huevo, a lo que pueden agregarse distintas especias, y luego se fríe. Realmente una delicia. El fernet es también un acierto gigantesco, lamento el tiempo perdido sin haber bebido este licor de distintas hierbas. El marca Branca es el mejor, pero el 1882 salva bastante y es más barato. Se bebe con Coca Cola y bastante hielo, a una proporción aproximada de 1/4 fernet, 2/4 Coca y 1/4 hielo, pero se puede hacer más fuerte a gusto.

Destaco también el uso de la moto, sobre todo en los pequeños pueblos. Siempre se ven motos, generalmente muy precarias, con dos, tres y hasta cuatro personas encima, andando a dos kilómetros por hora, y ni hablar de cascos. A veces incluso niños manejando que no superarán los 14 años usan este transporte hasta para ir al colegio, y los padres suelen ir a buscar a los más chicos y llevárselos de a tres encima de la moto. También se ven en la ruta, siempre por encima de la berma, pues van a una velocidad que resulta incluso cómica, pero al parecer resulta económico y eficiente.

Y ya que me da lata y no me acuerdo de más cosas, pasemos directo al diccionario de modismos argentinos. Estoy seguro de que se me están olvidando bastantes, pero iré agregando si me voy acordando:

Al Palo Adj. Muy alto, muy rápido, muy intenso. Ej: La música está al palo. Salimos corriendo al palo.
Al Pedo Adj. Desocupado, sin empleo. Ej: Armé la carpa y luego estuve todo el día al pedo.
Alto Adj. Bueno, excelente o importante. Ej: Nos comimos alto desayuno. Me agarré alta borrachera ayer.
Banda Adj. Mucho, gran cantidad. Ej: Le echaste una banda de ají.
Bardear Ver. Armar bardo.
Bardo Sust. Caos, situación de molestia, pelea o desorden. Ej: Al chabón le gusta el bardo.
Bocha Adj. Mucho, gran cantidad.
Cabe Ver. Gustar, querer. Ej: Me cabe una milanesa ahora. A ese perro le cabe pelear. Me re cabe el fernet.
Cara de Pija/Verga Adj. Persona desagradable, antipática o que cae mal. U.t.c.s. Ej: El viejo cara de pija no nos quiso llevar.
Careta Adj. 1. Persona de clase alta. En Chile: cuico. 2. Persona falsa o hipócrita. En Chile: posero. U.t.c.s.
Chabón/chabona Sust. Tipo o tipa. En Chile: cabro/cabra.
Cheto/Cheta Sust. Persona de clase alta. En Chile: cuico.
Copado Adj. Bueno, excelente. En Chile: Bacán
Corte Adv. A la manera de, al estilo de. Ej: Tocan la guitarra corte Pink Floyd.
Croto Adj. despectivo. Persona desaseada, vaga, perezosa. Ej: Estos hippies son todos unos crotos.
De cara Adj. Sobrio, lúcido, y sin estar bajo los efectos de ninguna droga. Ej: Eran las 4 am, todos en pedo y yo seguía de cara.
Escabiar Ver. Beber bebidas alcohólicas.
Escabio Sust. Bebida alcohólica. En Chile: Copete.
Faso Sust. Cigarrillo de marihuana. En Chile: Pito (Se recomienda no usar la forma chilena en Argentina)
Flash, flashero Sust. Dícese de una cosa u experiencia alucinante, rara o especial. Ej: El camino a San Isidro es un flash.
Flashear Ver. Alucinar, pensar, tener la idea. Ej: Flasheé con el Paseo de los Colorados. Flasheé de comprar un vino.
Gato Sust. 1. Mujer con la moral sexual de un hombre. 2. Prostituta.
Golazo Sust. Hecho muy bueno, beneficioso o conveniente. Ej: Allí venden hamburguesas a $3,50, un golazo.
Joya Adj. Bueno, excelente, perfecto. Ej: -Hoy hice 100 bolivianos en los colectivos -Ah, joya.
Loco Adj. Bajo los efectos de la cannabis u otro psicotrópico. En Chile: volado.
Malflashear Ver. Pensar o tener una mala idea. Ej: Perdón, pensé que esto era lo que había que hacer, malflasheé.
Manguear Ver. Pedir o tomar, sin intención de devolver lo pedido o tomado. Ej. Vamos a manguear comida en algún restorán.
Manija Adj. Muy insistente o ansioso con algo. U.t.c.s. Ej: El pibe está manija con comprar faso.
Masa Adj. Dicho de una persona, buena, destacada. Ej: Ese chabón nos regaló faso, una masa.
Pedo Sust. Borrachera. Ej: Ayer me agarré un pedo bárbaro. Ya es viernes, voy a ponerme totalmente en pedo.
Pegar Ver. Obtener o conseguir algo gratuitamente. Ej. Toqué en un restorán y pegué comida. Salgamos a ver si pegamos faso.
Pibe/Piba Sust. Hombre o mujer joven.
Pija Sust. Pene.
Pito Sust. Pene.
Porrón Sust. Cerveza.
Quilombo Sust. 1. Caos, situación de molestia, pelea o desorden. 2. Casa de prostitutas.
Rescatar Ver. Darse cuenta de un mal juicio. Ej: Iba a comprar otro vino, pero me rescaté que ya estaba muy borracho.
Seca Sust. Unidad de fumada. Ej: ¿Me das una seca de tu tabaco?. Ese faso está potente, dos secas y quedas re loco.
Sorete Sust. Unidad de materia fecal. Usado generalmente como insulto. Ej. No me convidaste, sos un sorete.
Tomátela Ver. Imperativo. Ándate, lárgate de aquí.
Viola Sust. Guitarra.
Zarpado Adj. Impresionante, impactante. En Chile: Cuático, brígido.

Fotos – II

Gemma y Yo
Yo y Gemma, Salta capital de fondo.
Humahuaca
Deleitando a toda la quebrada de Humahuaca.
Gente
Con la gente en San Isidro. De izquierda a derecha, chica 1, chica 2, chico 1, chica 3, yo, Palena, Estefan.
Pooh
Hay que ganarse la vida. De izq a der, Maira, niño x, Moño, yo, Leto.
Yo
A pedido del público, una autofoto reciente.